Notas sociales #92
22/04/2024 al 25/04/2024
Creo que no tiene nada de malo intentar repararse en compañía.
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«quien hambre tiene
en qk piensa»
Denle el Cadenas a Paola.
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Qué extraña esta generación que llama rock a cosas que ni guitarras eléctricas tienen.
Explíquenme.
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Creo que mis habilidades sociales han expirado. Cosas tan nimias como ir a tomar café, caminar por una vereda, ir al cine, observar las palomas dejarse caer en los escalones de una plaza, se me hacen terribles, tareas muy comprometidas; siento lástima por la compañía que haya aceptado la invitación, porque no sabría qué decir, qué proponer, sin parecer un loco, alguien que sencillamente ha perdido la fe en sí mismo.
Tampoco disfruto del silencio porque no quiero faltarle el respeto al tiempo de los demás, y entonces hurgo alguna anécdota de las tantas que puedo tener de mis días en Caracas, cuando esta ciudad me pertenecía — ¿y me ha dejado de pertenecer? — y narro.
Lamentándolo mucho todo lo tengo que narrar. Es un acto desesperado de un tipo desesperado por el silencio, y a la vez, por el ruido de tanto siglo XXI.
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Dicen que mis cuentos huelen a mata, a vegetal, a bosque. Es un bonito cumplido para alguien que a duras penas tiene contacto con la naturaleza.
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Aclárenme si San Agustín se está gentrificando o ese es otro término importado de la anglósfera para hablar de justicia social sin verdaderamente ser un defensor de nada.
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El verdadero y único enemigo acérrimo del Realismo es Julio Garmendia. Yo solo estoy usurpando su lucha y su convicción. Todo el mérito que yo me pueda llevar en mi pantomima, en la defensa de lo imaginativo, debe ser dado a él y a nadie más.
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Las peores personas que he conocido, incluyéndome, son los de Humanidades, los ligados a las artes.
Somos el mal necesario.
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Todo yo le pertenezco a mis fracasos.
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El tema de votar en autoritarismo me incomoda. El discurso de esperanza, ingenuo y sin vías reales — y sobre todo diferentes — me parece que esconde algo velado. No lo entiendo. Tampoco lo condeno. Solo lo percibo impráctico, y peor: subestima a la maquinaria contra la que se está enfrentando, que bastante cómoda — y no asustada — está.
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El Estado ha sabido borrar sistemáticamente al individuo.
