Notas sociales #9
Borrador para un manifiesto fantasista
-Fidelidad a lo que imagino, pues por ello los mares se hacen infinitos, y el borde del mundo es otra puerta, con otros horizontes y otras lenguas.
-Un dragón no hace a la Fantasía; la Fantasía hace al dragón al teñir su aliento ígneo con la picardía de un bardo.
-El Reino Peligroso tiene muchas entradas; todas ellas a la vista del ojo atento, al rango del oído avispado, al rastro del olfato agudo, al alcance de la mano inquieta y al paladar de la lengua voraz.
-Solo se entra al Reino Peligroso con la determinación de volver y no llevarnos nada más que el recuerdo. Como pago, hemos de componer una gran canción sobre nuestro viaje. Es todo lo que piden las Hadas.
-El enemigo de la imaginación es la alegoría. Los necios intentan atrapar a Faërie en su incapacidad de desapegarse de la crisis de turno.
-Se imagina para penetrar en la realidad, no para negarla. La Fantasía no destruye referentes; los diluye hasta convertirlos en barro, polvo y hueso. Es una mirada al abismo.
-No hay palabra falsa en el Reino de las Hadas.
-
La gente cambia; los políticos, no.
El problema es que nunca vemos la serpiente debajo del traje y nos hacemos los ingenuos cuando ya nos picaron.
-
El punto de encuentro de todas las culturas es, quizá, la extinción. Éramos uno solo al no existir, y volveremos a serlo cuando el tiempo se nos acabe.
-
¿En qué momento se acabó la pandemia en Venezuela? Noto con preocupación la tendencia mediática de pretender que aquí nada ha pasado, un punto cero, como el día antes del desastre.
Sí, necesitamos salir y eventualmente reinsertarnos en la cotidianidad, en los pequeños placeres de un bar o de una caminata por el malecón.
Lo que no necesitamos es un concierto hasta el tope para escuchar por dos horas la misma canción con diferente título. Al menos hagan que el riesgo valga la pena.
Y no, la opinión no tiene que ver con que no me gusten ni Los Mesoneros, ni Los Teloneros, ni Los Aguaceros, ni Los Cafeteros.
-
One Piece triunfa sobre los demás animes contemporáneos por presentarnos una panorámica de la infancia y sus traumas. No solo rompe el esquema del niño maltratado y abandonado, sino que penetra tan a fondo en el dolor de la inocencia, de aquellos que no han sido tocados por el mundo, que es imposible no entregarse al relato vasto y longevo de cada uno de sus personajes.
Todos, a la larga, terminan interesando; y vaya que son un montón. Esas microépicas dentro de la gran épica hacen de One Piece el anime definitivo.
-
Aquí creemos en el cine de superhéroes. No es un asunto de fanatismo. Es un acto de fe y devoción. No hay fibra humana que escape de este panteón contemporáneo.