Notas sociales #81
03/02/2024 al 11/02/2024
Uno es artista porque está en contra de algo. Vivir el arte sin oponerse al sistema, al gobierno, a tu mamá, a tu papá, a tu propia existencia, al quiosquero de la esquina, la universidad, tus profesores, a la patita trasera de la mosca, lo que sea, es una declaración de intenciones banal.
Quien quiera una vida tranquila desde el arte, que se vaya a sacar los mocos a otro lugar.
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Si la adultez es una máscara que ya no nos podemos quitar, preferible entonces tragar ácido.
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El que tenga miedo a imaginar que no nazca.
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Ahora todos los días son sombra. Ingenua es la ilusión de sobrellevar la vida así. Al fondo de la habitación se dispersa la indistinguible voluntad de levantarme, de quizás escribir unas líneas. Se juntan todos mis duelos, como una gran viñeta incolora. Intercambian caras, partes del cuerpo, palabras, algunas repetidas pero con timbres distintos; confundo quién es quién. Es el mismo dolor, de todas formas; un duelo continuado, un Abismo.
Afuera llueve.
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La casa — María Elena Walsh
Allá estarán las cosas todavía
a punto de no ser, contradiciéndose.
En el hastío de las escaleras
y en la resignación de las paredes
aun seguirá creciendo aquella sombra
con su sed de presagios inminentes.
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Me horrorizo al borde de las conveniencias estacionarias.
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«Lo que pasa es que luego se van y se queda uno con el amor y con la vergüenza», dice MDM.
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No hay reconciliación posible siquiera con nuestros nombres.
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Ridery me ha elevado la flojera de bajar el carro a Caracas. Qué maravilla andar deambulando hasta altas horas de la noche por cada asquerosa acera de la ciudad, sin apenas distinguir por dónde ando, incapaz de articular palabra por la ebriedad, y que pueda regresarme a Los Teques a un costo accesible.
Igual no podría manejar en ese estado.
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Aprieta aquí, duro, ¿viste? De puro tocar fondo.
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De una carta que me escribió MDM en el 2018: «A veces te miro y pienso que parece que no le tuvieras miedo a nada».
¿Qué me habrá pasado?
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Qué maravillosa es la historia de Moisés. Es el héroe bíblico que realmente emprende una epopeya en contra del poder de turno. Apoyado solo con la fe, amparado por fuerzas que quizás no comprende — ni de las que son las más confiables — va, y no solo enfrenta a toda una maquinaria que lo supera, sino a su propia familia, su pasado, el peso del abandono. Un héroe doloroso, un héroe que de verdad renuncia.
Todo acto de heroísmo debe contener una renuncia.
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¿A cuántos «dejar ir» es que se alcanza la tranquilidad?
