Notas sociales #76
6/01/2024
En el refugio de estas notas se encuentran las cavilaciones del insomnio. Al escribirlas, el ánima que se balancea sobre mis hombros va susurrando, traduciendo, la lengua de la duermevela, el idioma de esas brevedad somnolienta, antes de que cierre los ojos para dar fin a otra jornada sin matiz, sin tinta.
Por las mañanas — como esta — ocurre algo parecido. Hay un instante mínimo, una fuga de libertad, en el momento en que abro los ojos entre las lagañas. Ese espacio, que parece conectarse con alguna entidad fuera del cosmos, presenta una lucidez que soy incapaz de retener. Se va, y me deja con la esperanza de que quizá mañana pueda aprehenderla. Mientras tanto, como única prueba de que existe, regreso hacia estas notas, hacia la libreta en papel, y escribo los resabios de una tranquilidad nula para nuestros tiempos contemporáneos.
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Frieren
Berserk
Made in Abyss
Una tríada que a través de su punto de enunciación — el manga y la animación japonesa — nos conecta con una pulsión muy latente en toda la literatura: conectar y encontrar un lugar en el mundo.
Los viajes de estas tres obran son un puñado de posibilidades que potencian el sentido de la compañía, de la soledad y los propósitos. Lejos de ser ficciones que relegan su mensaje a la autosuperación, son ficciones de tránsito, que navegan desde sus propios vacíos, desde sus propios abismos.
Y esa es la única manera de contar una buena historia: desde la pesadez del dolor.
En Frieren encontramos a una elfa que intenta renacer en ella misma al darse la oportunidad de comprender que el tiempo no es solo una baratija. Su viaje, entonces, es reconocer las posteridades, y que la muerte y la soledad solo son aristas del recuerdo.
Berserk es una cicatriz que intenta curarse continuamente, un contraste de almas. Es una visión con lupa de la humanidad, de nuestros temores y anhelos. A pesar de la crudeza de Kentaro Miura, nunca deja de lado en cada trazo algo muy importante: hay esperanza dentro de tanta oscuridad. Eso o la muerte.
Made in Abyss es un descenso ingenuo, infantil, valiente hacia lo desconocido. El combustible de la voluntad es el desconocimiento de los horrores. Atravesar la fatalidad, ser parte de ella, inclusive, dejarla ser, construye los peldaños hacia el vacío que Reg y Liko necesitarán para avanzar. La búsqueda, en todo caso, es hacia el propio origen, en la cara de la Madre, de Lisa, la gran aventurera.
Fantasía, y nada más. No hay consuelo sin tragedia.
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Alguna vez escuché que existe un 4to rey mago, pero no estoy seguro. Puede que lo haya inventado, que lo haya soñado.
No googlearé porque disfruto ese misterio.
Y sin los misterios, el arte, ni el artista, podrían existir.
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¿Adónde volver cuando el puerto es un fantasma?
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No tengo una resolución real para este 2024. Quizás esta realidad solo merezca que la viva en automático, pues aunque esté presente, no soy partícipe de nada, ni nadie; solo una causalidad con la que puedes toparte. No hay pruebas de lo contrario.
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La gentileza es de otros para otros. No para mí.
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¿Se imaginan que Los Tiburones de la Guaira ganen el campeonato este año? Amaría eso.
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La gente adopta gatos, plantas, perros. Mejor aún: les da un nombre.
No se puede vivir sin tener un nombre verdadero. Quisiera saber el mío.
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Un nombre es una historia.
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Deseo que en tu felicidad nunca me recuerdes.
