Notas sociales #75

31/12/2023
En ningún lado. Ahí es.
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Los viejos dioses dejaron el tablero, con las cartas echadas, aburridos de la partida. Mejor: la han trancado.
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Yo soy el espejismo.
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Las redes me lanzan recuerdos de años pasados. Pasearse por los comentarios es observar las tumbas del lenguaje, lo efímero y poco perdurable de las emociones contemporáneas.
Nadie se ha quedado.
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Nada que agradecer.
Nada que desear.
Ojalá la gentileza y la ternura no solo sean excusas para hacer memes de autoayuda.
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Siento que el mundo se ensordece adrede cuando tengo algo que decir.
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De este año me llevo las canas.
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He estado tomando mucho, como si pensase que el licor coloreará mi alrededor. Hoy es solo otra excusa para bajarme otra botella.
Por fortuna no soy un mal imitador de Bukowsky y me rehúso a hacer trabajo creativo en estado de ebriedad. Solo me da por acostarme hasta quedarme dormido.
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Recuerdo que muy de niño estaba en las zonas comunes de la residencia. Los otros querían jugar «Tú las traes» o «La ere». Como estaba muy chiquito, no entendí bien las reglas y para mí solo era correr azarosamente de un lugar a otro. Creo que mi estupidez molestó a los niños más grandes y me empezaron a molestar, empujarme; y yo, bastante camorrero, intenté defenderme sin éxito porque no comprendía qué estaba pasando.
Al final, mis papás vinieron a regañar a los otros niños.
Sin embargo, nunca más nadie quiso jugar conmigo, a menos que tuviese un balón o una pelota, pero no me incluían; yo solo miraba en las gradas.
No sé por qué me vino este recuerdo hoy.
Quizá solo estoy mirando desde las gradas.
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Otros nuevos parches para otras nuevas máscaras.