Notas sociales #71

05/12/2023
Descarto florecer en el abismo.
Mi preferencia se inclina a marchitarse en él.
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La memoria no es inestable.
Inestables son los medios de representación.
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10 millones de razones para entender que lo importante no son los votos, sino quién los cuenta.
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Cuando hay música, las cosas parecen mejorar, como si el mundo se animase a entrar en otro estadio; los códigos en los que interactuamos fluyen de manera distinta, apaciguados, solemnes y atentos.
Cada una de las capacidades naturales del hombre (lenguaje, pensamiento, imaginación) se conjugan en esos breves instantes; y la vida, tan áspera en muchos casos, empieza a hablarnos desde su verdadero idioma.
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Me busco en la lectura porque aparentemente otros ya han encontrado otras cosas: el bien, el mal, el destino.
Me busco porque en estos tiempos es lo único que aparenta estar perdido.
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Quítenme el internet cuando empiece a postear como una doña o cuando crea que mi opinión vale para algo.
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¿Por qué el decir cualquier cosa, así sea lo más nimio, se siente como caminar por un campo minado? ¿De dónde viene tanta precaución? ¿De dónde viene la autocensura?
No es consciencia, ni responsabilidad; es miedo, es cuartearnos una de las pocas cosas que nos quedan frente al mundo hiperglobalizado: mirar al otro y hacernos sentir.
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Claro que idealizo. Por eso escribo. Fabular es en dado caso moverse por el campo de las ideas y elevarlas, exagerarlas, distorsionarlas, acaramelarlas, ensuciarlas, escupirlas y darles un espacio frente a situaciones que se escapan de la mano del mundo interpretado.
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No lo ponga en duda: cuando alguien se “enrarece” es que ya se va a ir.
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Archivar. Extraño término.
No es borrar, tampoco descartar. Es un punto medio que nos permite aliviarnos del pasado sin desprendernos totalmente de él; posibilita que en las tardes de nostalgia volvamos, demos una vuelta, suspiremos.
Es la franja negra que hay entre viñeta y viñeta.
Un paso. ¿Hacia dónde?