Notas sociales #70
30/11/2023
Recuerdo cuando fui seleccionado en la Semana de la Narrativa de Caracas 2019. Fue el primer evento literario al cual me invitaron por algo que escribí, que dicho sea de paso, entroncaba con mis motivos y mis temas de toda la vida. Fue extrañísimo. No creo que a alguien le pueda interesar genuinamente lo que yo pueda expresar bajo mi torpe manejo del lenguaje estético.
Desde aquel día, las cosas han tomado su rumbo. Algunas cosas se han subido a la cabeza, y otras; no tanto. Me abstengo de decir que ha sido un camino largo, tortuoso y desagradecido monetariamente con el bolsillo.
Ayer fue el día del escritor venezolano, cosa que no recordé en su momento, y fue la presentación de Los Novísimos, una antología de cuentos en la que fui convocado, editada por Abediciones. El evento se hizo en la Universidad Católica Andrés Bello, UCAB, en el marco de La Feria del Libro del Oeste de Caracas. Algo, en realidad, grande si me preguntan.
De nuevo, extrañeza.
La extrañeza no se va.
Por otro lado, me agrada el hecho de que, técnicamente, las personas que me acompañaron en aquella ya lejana Semana de la Narrativa, también estuvieran en este evento, con contadas excepciones, y esta vez algunas como compañeras en el papel.
Ciertas cosas permanecen, solo que ya no están en una biblioteca, sino en la mesita de noche; y las de la mesita de noche, para la biblioteca. Pero están. Son motivos musicales del tiempo.
Seguimos imaginando.
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El infinito es la amalgama de muchos finales. Bajo su cobijo, infinitas son las cosas que se habrán terminado.
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La verdadera ingratitud hacia las artes no es el abandono del sistema; lo contrario: es considerarlas como motor del aparato propagandístico.
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Sí, hay gente que sigue escribiendo, creando, existiendo, en la Venezuela que sobrevivió al 2016.
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Editor/Crítico literario: ¿No conocerás a nuevos narradores por allí?
Yo en mi día menos violento: No sé, tú dime, es tu trabajo buscar, ¿no?
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No creo que me interese el símbolo como materia. En dado caso, me interesa el símbolo creado dentro de la historia. Fuera de ella, en toda esa convención, se encuentra la continuidad de un diálogo del cual no me interesa participar.
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En vez de doce deseos para el próximo año, ordenaré mentalmente los doce libros que tengo pendientes.
Ordenar las lecturas como acto de resguardo ante la hostilidad.
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Escribo porque creo y sostengo que las historias son los idiomas del Abismo.
