Notas sociales #8
Pasa seguido. Estas notas terminan siendo crueles, altaneras y odiosas. Son producto de mi desgano hacia el tiempo presente y sus melodías. No conecto, no hallo, no me emociono. Han suprimido de mí cualquier intención de pertenecer bajo el lema de que todos somos bienvenidos. Hay brazos abiertos que solo repelen, pues sus vellos son púas y espinas que recuerdan lo artificial de nuestras interacciones.
También son producto del silencio. Nacen porque nunca dije nada, y ahora digo cosas en donde tampoco se permite decir mucho o donde no se dice nada diciendo mucho. Son producto de la indiferencia que me dan los discursos de integración, de un malestar anónimo que deseo escupir ante las sonrisas sin rostro.
No me siento parte de ningún grupo. Cualquier invitación me es repulsiva porque a la larga soy una sombra parlante, que replica, cuyo horizonte se va dividiendo cada vez más con el paso de los días. No hay sitio siquiera en la cordialidad. Capaz estoy condenado al conflicto, a minar de asperezas cada intercambio.
No me interesa el país belicoso que describen los poetas y los narradores de mi generación; sus penurias en el exilio pueden darme menos que igual.
Persigo genealogías olvidadas. Soy enemigo de aquello que llaman realismo. Denme por perdido.
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Así como los dragones no son concluyentes para definir la diégesis de una historia de Fantasía, tampoco lo son aquellos elementos referenciales deformados de nuestro mundo que dan cuenta de una ficcionalización que no busca más que imitar dentro de los límites del realismo.
La Fantasía son las chispas que desprende el martillo al golpear el yunque en nuestra consciencia.
Los mundos posibles en la ficción son uno de los pilares de la demiurgia no mimética, y sus mecanismos son la puerta de entrada a Faërie y no el capricho de una mala imitación de Macondo.
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Cuando un texto narrativo se sostiene solo bajo su lenguaje, pasa a ser un ejercicio estético. Aquí resta observar dos fenómenos: 1) verlo fallar estrepitósamente por su propio mecanismo lingüístico, 2) aplaudirle si bajo esas circunstancias ha encontrado las palabras correctas que penetren en lo profundo de nuestras evocaciones, dándole así forma a todo un universo de imágenes que exciten nuestro horizonte de expectativas, y claro, lo emocional.