Notas sociales #63
2/11/2023
El horror es darse cuenta de que estamos comenzando a hablar como inteligencias artificiales. Todas las dinámicas percibidas en el hoy no son más que unas estelas de humanidad, y en donde el silencio debería apostarse para recordarnos el reposo, ha germinado la indiferencia, el imán de observar una pantalla.
Perdimos.
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Ver la pared agrietada y sucumbir al deseo de romperla hasta los cimientos.
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La nobleza de la lectura solo es noble en la lectura en sí misma. Ya luego, cuando pasa por las callosas manos de los críticos que intentan explicar más allá de lo evidente, se torna un ejercicio automasturbatorio.
La lectura en soledad es la más noble de todas las causas defensoras de la literatura.
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A la gente solo le pesan las manos para hacer las cosas que no le gustan. Cualquier otra excusa es chuchería retórica.
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En un sistema editorial destruido, el libro digital debe ser una prioridad y no una opción a tener en cuenta. El tiempo de reposo sobre la mesa ya pasó y el mundo avanza, avanza, avanza…
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Sueño con enredaderas. Muy al fondo del lago, extienden sus ramas para no dejarme salir.
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No creo en el mito de que las humanidades nos hagan mejores seres humanos.
La nobleza no te la da un oficio.
Te la da el sentido común.
(Dicho sea de paso, es lo menos común que existe).
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¿Existe la libre competencia cultural?
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Nadie es para nadie. Solo nos acostumbramos a los defectos.
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Vivir es ir posponiendo.
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A lo largo de los días intento crear refugios; a veces, los materializo en la forma de un banquito solitario en medio de un bulevar, en el asiento de la ventanilla del bus, en la caminata nocturna de una pasarela, en el charco que me refleja luego de que las aceras se inunden.
Imágenes constantes, compañeras de una crónica de lugares propios infelices.
Fuera de eso, Abismo.
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Como dato curioso, se me ha olvidado coquetear. Ahora es una especie de modo defensivo en el que intento no ser incómodo.
