Notas sociales #55

28/09/2023
Dejaré de quejarme de la música de hoy porque sé que la del mañana será peor.
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Quien quiera disfrutar de la ficción tiene que alejarse de las redes sociales. Hay mucha migaja de opinión, que parece repetir el ciclo de la polémica hasta el cansancio. Toda crítica es reciclable, sujeta a la edulcoración de la tendencia de turno.
Ya no se puede confiar, en dado caso, en las reseñas. Para un juicio sincero o una recomendación certera, mejor confiar en el instinto.
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Hablo de las cosas que me gustan, pero también de las que no. Me ayudo a encontrar los puntos de disgusto, y creo que toda profundización de nuestras propias razones da cuenta del lugar en el mundo en el que estamos.
Una persona sin aversiones es peligrosa, como un jugador que esconde las cartas debajo de la manga. No es más que un pícaro.
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En Fantasía, las olas son puentes sostenidos por los colares. La carretera de los pulpos, la autopista de las anémonas. Como dijo una colega: «El camino de las ballenas».
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Pensemos un momento en todo el trecho recorrido de estas palabras para que sean palabras. No solo dependen de una plataforma, de un dispositivo que traduce códigos propios, lenguas digitales, para que, dentro de nuestra limitada percepción las reconozca como un sistema de símbolos en común.
Piensen en el paso de las tardes frente al televisor, en las nanas que cantaban sus padres antes de dormir, la gritería del bulevar; en todo lo que han escuchado, en lo que se ha quedado en ustedes. El brazo del mundo es el lenguaje, y solo florece en este presente en que tú, lector, puedas quizás entender sin problema que eres parte de este intercambio de ceros y unos.
Somos tecnología.
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Interponer un planeta de distancia entre el país y mi imaginación.
Así se conserva la sanidad.
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Quítenme la pretensión de vivir fuera de mi escritura. Allá afuera solo hay monstruos hechos de fuego y ceniza.
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Un retrato azul más allá del azul.
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Los fantasmas quizá son los verdaderos viajeros dimensionales. Observan lo que somos aquí porque fuimos ellos en algún otro sitio, porque fallamos intentando existir. Somos una película que atraviesa el cosmos, que rompe los pliegos de la realidad que intentamos interpretar.
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No se puede levantar un proyecto sin la noción del fracaso. El éxito es una versión dosificada del fallar, una pausa, un por ahora.