Notas sociales #52

04/09/2023
La escritura está contaminada. Me lleno de horror el pensar que mis palabras tienen gérmenes de otras palabras, de otras personas; la ficción, entonces, es una imagen residual del mundo interpretado. Aspirar a la pureza, o mejor dicho, a una escritura sana, en donde las tinieblas de la enfermedad no la azoten, es inútil.
No existe lo verdaderamente puro, para nuestra desgracia.
El lienzo blanco es un artefacto mitológico.
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Me encanta el revuelo que está teniendo One Piece por estos días gracias al live action (que todavía a estas fechas no he visto). Es una obra que merece el tiempo.
Nunca he entendido las quejas hacia su longevidad. La lógica me indica que si algo te gusta, por consecuencia no querrás que se acabe; lo contrario: que dure, que no perezca.
Vean One Piece, o léanlo. Ambos materiales valen la pena.
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Las apps de citas no aguantan más fotos en la playa, en yates o en lugares exóticos.
Yo me siento bastante banal con mis humildes retratos en un sofá o en un parque.
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He agarrado la manía de agregar de vez en cuando a alguien desconocido por acá, o en su defecto con pocos amigos en común. Para eso creo que se hizo esta red en principio: conectar. Buscamos, al fin y al cabo, conexiones, otros mundos, otras tantas cosas, alguna ilusión que acompañe la marea de información entre la hostilidad.
También admito que tengo gusto por el azar, entendiendo el azar como una rueda a la que hay que darle cuerda de vez en cuando. Me gusta, en dado caso, observar otras ventanas.
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La literatura está llena de sonajeros, móviles, maracas y espejitos. Cuidado.
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«Mi corazón palpita
como una patata frita».
Resumen del Arco y la lira.
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Una campaña que diga: «Con mis Waifus/Husbandos no te metas».
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La ficción es compañía.
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Editoriales venezolanas, por favor, se los pido como lector inconforme: publiquen libros en digital.