Notas sociales #45

17/07/2023
No hay inocencia en la escritura. Todo acto creador es premeditado. El anhelo del inconsciente es solo un deseo bárbaro. Aquí depuramos las más trilladas ilusiones del ser; que cada eslabón de la cadena se vaya fragmentando, convirtiéndose en arena, que pese sobre los relojes que la contienen.
A quien llegue este mensaje que sepa que lo más probable es que le hablo a él, a ella, a una visión que tuve mientras observaba el tejer de una araña en la esquina, porque mediante la observación solo puede colarse el recuerdo de alguna otra vida, de algún otro universo.
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Me definen mis ausencias.
Estas notas son gritos a la ausencia.
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Vemos en el atardecer el pensamiento de los dioses.
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El hombre aprendió a contar historias no solo para relatarse a sí mismo, sino para delatar el crimen, la injusticia, de haber sido lanzado en soledad a este mundo.
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La ciencia del estar sentado sin hacer nada, sin propósito, sin meta.
La ciencia del ahogado.
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El exilio siempre me ha parecido fascinante. Imagino que tomo un autobús sin rumbo, a dónde sea. Llevo el peso de lo que dejo atrás y el de la incertidumbre del futuro. No hay una razón tangible más allá del mero hecho de no estar, de esfumarse, de observar el mundo seguir sin mi presencia, de imaginar todas aquellas mañanas que ya no tengan mi nombre escrito en su rutina.
El verdadero morir en vida es el exilio, porque también, en cierta medida, esconde un renacer en algún otro lugar en donde no se te conoce la cara, ni las arrugas que has cosechado.
Soy una ausencia que no se siente.
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Un arte que contenga a todas las artes del mundo.
Quizás esa es la cara del Abismo.