Notas sociales #44

10/07/2023
Algún día veré las posibilidades de la escritura como una fragmentación, una ruptura, del pensamiento. Todo aquello que la ficción puede tocar debe ser avalado por la distorsión sensorial, quizás emocional, de aquel que pretende crear algo. No se puede hacer arte con un sentido rígido de la realidad interpretada.
Por eso hay que aprender a imaginar.
Quizá por eso no me mueven las opiniones contemporáneas de escritores de realismo, y, sonará contradictorio, de algunos escritores no miméticos. Pienso que pierden el foco fundamental, que pierden la fe en que la imaginación es la única fuente, la única madre, que podría darle voz a la realidad, o mejor dicho, a todas las realidades, a esas infinitas amalgamas de sucesos que convertimos al fin y al cabo en historias.
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Retengo la imagen, una silueta, un delineado entre las sombras que escapan del sol. Cada cuarto, un mundo distinto, un planeta, una dimensión.
No quiero dejarlas.
Sería una crueldad dejarlas morir.
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¿Qué son estas notas? Intentos por perpetuar presencias.
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Con la salida del 2do número de Pasillo, se ratifica que no hay que editar por editar.
El trabajo de lectura es un esfuerzo que debe hacerse como si te estuviesen pagando.
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Últimamente siento que tengo que justificar absolutamente todo lo que lo que me atrae, lo que me interesa. Perder tiempo en antecedentes caducos, que no llevan a nada, que solo son pozos sin fondo, ejercicios masturbatorios de algún académico con conexiones.
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Por supuesto, el alumno tiene la labor de leer y prepararse para su investigación.
Y el profesor también. Si no conoce un término, vaya a la bibliografía del final, vamos, que no muerde.
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¿Qué soy para el lector de estas notas? Un conjunto de ceros y unos, formalizado a través del sistema lingüístico de turno, y empaquetado en una pantalla para el disfrute de lo efímeramente social.
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La melodía de las cascadas
se parece a tu voz.