Notas sociales #4

M. M. J. Miguel
3 min readOct 19, 2021

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La obra importa. Los nombres, los hombres, las mujeres y el trabajo que hay detrás de ella es secundario. La obra es la que importa al final del día, en ese momento en que la hojeamos antes de dormir, para ir al baño.

Lo demás es ideológico y absurdo porque se adscribe a nuestra sed de referente, de fenómenos tangibles; a la búsqueda de control.

La obra importa porque nos involucra. Entonces, como eslabón de un rosario nosotros también.

Este año me he reconectado con el béisbol. Hay una sinceridad tácita en ese deporte; y quien pretenda romperla, se ve expuesto al ridículo. Es un juego de ritual, que también se ve amañado por los estadistas que han perdido el norte de lo que significa emocionarse por un batazo o un toque de bola en el 9no.

Mi pretensión al ver películas está íntimamente cercada por encontrar obras que entretengan a mi mamá. Los fines de semana traigo un puñado y entre todas ellas escogemos. Si al final de la cinta se ha emocionado, entonces estaré satisfecho, entonces estaré ante una buena película. No necesito de análisis semióticos o de otros ansiolíticos teóricos que solo importan a quienes los imparten.

Hemos reído viendo Free Guy.

En España, bastión de los justicieros sociales, andan llorando porque el gobierno quiere legalizar las drogas antes que regalar beneficios. ¿Quién entiende a los primermundistas dentro de su ombligo?

Podrían pensar que el dealer ya no estará precarizado ni perseguido por las fuerzas del Estado. Que ese pobre muchacho ya no arriesgará su pellejo para que tengas una buena noche de pastillas en la discoteca.

Pero no.

Ese continente piensa con los pies, pero no camina.

El debate -¿alguna vez lo hubo?- entre los anarquistas de libre mercado (donde me identifico) y los anarcosindicalistas es una pérdida de tiempo parecida a las discusiones estériles que teníamos con los punks de la plaza de Artigas. Mientras unos querían verdaderamente aportar -plantar árboles, activismo- los otros solo querían drogarse y verse malos porque el sistema los jode.

Las ideologías no son amigas de las personas, ni mucho menos del individuo. Solo están allí para disfrazarnos de intelectuales ante un foro de personas que también andan disfrazadas de intelectuales.

Hoy se cumple año desde que murió papá. Me falta verso para escribir una elegía. Me falta también la certeza de encontrarlo en la casa, de saber que mamá estará acompañada. Ayer lloré un poco. Olí sus camisas. Toco la cajita de cenizas en la sala para hacerle saber que estoy acá, que sigo siendo su hijo, que quiero seguir siendo el mismo, pero que todo cuanto he podido crecer en este año es motivo del malestar de su pérdida.

Yo también he enfermado con los meses, quizá emulando un poco su estado clínico. Dolores por aquí, dolores por allá, un par de úlceras, infecciones urinarias de fondo. A veces pienso que vive en mí -tan lugar común eso- a través de mis propias afecciones que vinieron con la edad, con la rutina de estar sentado 24/7, atado a estas pantallas que no llevan a ninguna parte, con planes de estudio parecidos a espirales virulentos.

Solo queda recoger algunos de sus consejos escondidos en la memoria, en los resquicios del apartamento; también inventarle algunos, mitificarlo un poco, darle esa naturaleza de héroe que tanto le gustaba en su trabajo de médico.

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M. M. J. Miguel
M. M. J. Miguel

Written by M. M. J. Miguel

Entusiasta de las artes escritas y sonoras. Recolector nivel experto de rechazos editoriales. Pirata de tierra firme. Letras UCV.

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