Notas sociales #35

M. M. J. Miguel
3 min readFeb 10, 2023

A quien corresponda

10/02/2023

A veces me canso de las formas de la literatura cuando no solo se trata del texto. Aquella amplitud, más que darnos un panorama gigante por el cual deberían moverse las lecturas, enjaulan y condenan nuestro juicio a la barbarie ideológica de turno. Quién lea por placer, se verá asediado por los paladines del verbo, por aquel estandarte que grita a todo pulmón que el arte de escribir debe servir para algo.

La noción de literatura parece haberse diluido en un ecosistema en el que los editores chupasangre, los escritores con conexiones, las polémicas en las redes, marcan la pauta de lo que debe comentarse, de lo que debe retratarse. En toda esta libertad hallo preocupado su cercenamiento inconsciente.

Atravieso una nota de prensa, un dictamen de concurso, una reseña o un comentario breve: encuentro ese germen de complacencia, de discurso desgastado, de plantilla semejante a una IA. Nuestros críticos se han vuelto tibios, menos incómodos, menos despiertos. Nuestros críticos se han vuelto conformistas, usureros del beneplácito; se han vuelto ruido, han transformado la noción de literatura en ruido. ¿Lo peor? Lo aceptamos.

Paso las noches en vela. No escribo. Si acaso deletreo unos esbozos en la imaginación. Me desafío continuamente a guardar la calma, a guardar silencio.

La palabra es una máscara.

El lector es el único ente que puede permitirse ser hipócrita, sometido a la maquinaria de su elección. Decide defender tal y cual valor según su ánimo, llevando a la hoguera al artista que no le convenga en su discurso disonante.

El lector, en dado caso, es igual que el escritor. Una persona que se cree buena, salvadora y justa. Sin tanta digresión, es algún tipo de dios, dueño absoluto del flujo de opiniones de las redes.

¿Por qué hay que ganarse su simpatía? ¿Para un comentario positivo de 280 caracteres? ¿Para una fotografía estética en alguna red?

Esto hace que el escritor sea un necio, un infame, un bruto, un bárbaro, al perseguir el afecto de alguien que no conoce, alguien que lo olvidará en las semanas siguientes cuando encuentre a la próxima gran promesa del medio literario, cultural y artístico.

No quiero tolerar la estrechez de presente.

Quisiera editar una antología de escritores venezolanos dedicados a la fantasía y a lo fantástico. No me interesa nada más. No me interesa la ciudad. No me interesan la política ni los políticos. No me interesa convertir la literatura en el patio de juegos de la sociología; no me interesa ni lo acepto. No me interesa Caracas. No me interesan tantas cosas que dicen que debería interesarme al ser estudiante de Letras.

Me interesa, en dado caso, convivir con lo que me gusta sin tener que justificarlo a cuatro pelmazos que los medios han puesto como importantes. Su juicio me tiene sin cuidado.

Me interesa la crítica que se cuestione, no la que traduzca lo que los anglosajones han desarrollado.

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Written by M. M. J. Miguel

Entusiasta de las artes escritas y sonoras. Recolector nivel experto de rechazos editoriales. Pirata de tierra firme. Letras UCV.

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