Notas sociales #33

18/01/2023
Entre sus sutilezas, el arte aspira.
No es la exageración de sus bondades, como tampoco la gritería de la calle o el ruido de las redes.
Todo arte es una conspiración, una complicidad racionalizada que va armando cadenas y cadenas de referencias, imaginarios y emociones. Cuando ha logrado su objetivo — sin objetivo — es que llega el momento de la admiración, del comentario, de darnos cuenta de la flecha que ha atinado en el blanco.
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El escritor es un riesgo para sí mismo. Está condenado, inevitablemente, al sistema lingüístico, limitado por su propio quehacer, por su propio espacio. No solo le basta ponerse la soga al cuello; él es la soga, la horca, verdugo y espectador de la muerte.
El autor se mata a sí mismo en una lucha desigual; no puede ganar, tampoco renunciar. ¿Qué le queda? Un par de palabras unidas, una historia, un mito, tal como enredadera pendiendo del abismo. Cuando caiga, se llevará consigo el millón de horas, el millón de palabras, el millón de tachaduras, que alguna vez albergaron consonancias, marismas, sueños.
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Hay una línea muy delgada entre el ensayo y la autoayuda. Si hay géneros que deben estar bajo sospecha, aquí los tienen.
Hay mucho hablador de pistoladas.
Irónico es aceptar la tomadura de pelo de la ficción, mientras que en otros registros apuntalamos cada frase como si escavaran profundo dentro del plano de las verdades obvias.
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Para una definición de literatura — que nos hace falta, a diferencia de lo que nos han hecho creer pelmazos como Eagleton o Culler — se debe empezar por afianzar su carácter ficcional. Aunque, admito, esto traería problemas con otras formas de lenguaje distorsionado que no caen en este espectro: los diarios, el ensayo, la crónica.
A mí se me ocurre pensar que muchos medios, como el videojuego, contienen altas dosis de literariedad, pero no pueden ser considerados literatura. Quizá la vía está por estos lados. Quizá no.
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Huyo del “todo es texto”, “llegar a Ítaca”, porque inmediatamente saldrá alguien a decir que “el lenguaje es la casa del ser”.
Jubilen esta tríada de sandeces.
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Los estudios culturales deben ser expulsados de las escuelas de Letras.