Notas sociales #27

M. M. J. Miguel
3 min readSep 13, 2022
A quien corresponda

13/09/2022

Las conversaciones en torno a la ficción se han vuelto estériles en el sentido de que todo hay que justificarlo, contextualizarlo y dimensionarlo bajo las formas de la percepción de turno. Hay legiones de opinadores que poco les importa la historia, el andamiaje, el subtexto; cobra vida ahora el contenido social, el caramelo adormecedor, la polémica barata e intencionada. Atrás quedan los días en que discutíamos la calidad de una película más allá de los cables que la sostienen.

Blanco, negro, gris, rosado, rojo. Píntenme al personaje del color que quieran, pero, por favor, que su caracterización nos diga algo, nos llame, nos infunda el gusto de presenciar y someternos al mandamiento del largometraje, del libro, del artefacto cultural elegido.

¿Acaso estoy poniendo los ojos en dónde no debo ponerlos? ¿Soy menos humano por querer deslastrarme de estos debates que solo existen en las redes sociales y que pasarán a la larga lista de temas olvidados?

Me sorprende la rapidez con que salen críticas de capítulos que no llevan ni 12 horas al aire. Desconfío de ellas; no soy amigo de las reseñas en caliente, que se amontonan con otras reseñas en caliente, en cardúmenes nadando en lava.

El impulso de tener algo que decir siempre, siempre, siempre, nos terminará dejando mudos, relegándonos a plantillas prediseñadas en documentos para escribir, para dar el visto bueno o el visto malo. ¿Desde hace cuánto no leo una reseña que no busque el beneplácito del productor, director, escritor?

De igual manera, pareciera que no estamos preparados para una crítica que no nos lance pompones. Hace un tiempo comenté negativamente el libro de una conocida en redes sociales. Confundió mi crítica como una venganza por no haberme publicado en la revista que dirige, cuando mi intención era, desde siempre, ser sincero. Me gané un veto por querer decir la verdad. Todavía intento descifrar si debo pedir disculpas, aclararme o dejar eso así.

No hay que subestimar el poder de escuchar música. La evocación sonora es capaz de curar las heridas más hondas del alma, así como pueden traerlas para enfrentarlas. Pasé los años más tristes de mi vida — hasta ahora — pegado a los audífonos.

Mis primeros héroes portaban guitarras eléctricas.

La música y posteriormente la literatura (otra historia) me dan la fuerza que necesito para no verle la cara al abismo. Por eso, aunque el posmodernismo me inste a no tomármelas en serio, reniego a no ver estos asuntos con la atención que se merecen.

Con una industria editorial devastada e inexistente en el país, todavía me sorprende la insistencia de seguir publicando las mismas cosas y a los mismos de siempre. Es como tener una costra y arrancársela para que vuelva a cicatrizar, no dejar que sane, buscando que se infecte.

Por otro lado, enferma que sellos que tienen cierta reputación se rehúsen a involucrarse verdaderamente con la panorámica de otras narrativas. Peor aún, llaman líderes de estos movimientos a abusadores y showseros.

A nadie le importa la literatura; solos los números. Los editores perdieron hace años el olfato.

Extraño.

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M. M. J. Miguel
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Written by M. M. J. Miguel

Entusiasta de las artes escritas y sonoras. Recolector nivel experto de rechazos editoriales. Pirata de tierra firme. Letras UCV.

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