Notas sociales #2
Quizá la nostalgia sea lo único a lo que reaccionemos sin sentirnos desnudos; comulgar en el pasado para reavivarlo y darle un sentido en este presente tan baldío de futuro. Quizá la nostalgia es un estadio escondido de la realidad; un hilo fluctuante de códigos dispersos.
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La política es el lenguaje de lo obvio y las mañas. No hay nada más despreciable que aquel que se dedica a la política con una bandera de la minoría útil de turno. Los derechos humanos son ajenos a la política, porque la única manera de romper el sistema es, precisamente, haciendo antipolítica; hasta que la antipolítica sea política y así al infinito hasta que la humanidad se canse de la falsa democracia y sus esbirros.
En todos los ministerios del mundo están pintados los ojos de todos los dictadores.
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Buscaré datos falsos en Bradbury para demostrar que soy irreverente. Los tuitearé para que me pidan un ensayo. Así funciona el literato 2.0.
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Somos esclavos del hype, o es que quizá con este mundo tan globalizado estamos en conjunción explosiva ante cualquier fenómeno cultural que nos saque del letargo sin sacarnos, en realidad, de él. A veces ya no logro distinguir si disfruto una película porque me gustó o por mis expectativas previas.
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Al irse mi mejor lector, perdí cierta emoción para escribir. Las palabras me parecen más torpes de lo usual. Estoy pagando el precio de la costumbre, de la comodidad y el bombo. Duele cada oración, cada párrafo, tan lejanos todos del punto final que pueda darme descanso.
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¿Cuándo admitiremos que estos coños de la vinotinto no saben jugar? Me cansan los análisis esperanzadores, o peor, aquellos que exaltan hipotéticos resultados de una selección que tiene más de 20 años sin servir para nada.
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Creo que nunca supe dar clases. Pasé años ensimismado en mis propios conocimientos que ahora pienso que no logré transmitir nada; ni el amor hacia las artes, ni algún valor humano que pueda servirles a esos nuevos adultos. Entonces, bajo esta lupa, soy tan culpable de la degradación reflexiva de la que tanto me quejo. Nadie escapa del látigo del tiempo.
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La Fantasía es quizás el registro literario que más resuena con nuestros miedos y placeres. Siempre estaremos dispuestos a imaginar.