Notas sociales #16

(Recuperadas del 07/03/2021)
El periodismo actual no solo perdió la capacidad de avisar que viene el lobo, sino que nos hacer creer que no existe; y si existe, nos hunde en alcantarillados sobre cómo está vestido, quién es su familia, por qué viene, pobrecito que no tuvo oportunidades, mira su último tik tok bailando la macarena y no le quedó de otra que comerse ovejas ajenas. Al final del relato, el lobo se sienta a la mesa con nosotros y desconocemos si somos parte del menú.
-
A veces me parece exagerado ese odio repentino a Disney y a su forma de contar historias. Estamos hablando de una compañía que se encargó de cristalizarse en el imaginario a través de la dosificación de cuentos clásicos, viejas leyendas y del juego de arquetipos.
Obvio que detrás de dicha dosificación hay un universo entero, pero si le pedimos a una compañía de películas que nos haga en cada cinta un estudio antropológico de las fuentes mitológicas y folclóricas que ha usado en Moana, Mulan, La bella durmiente, Hércules, Valiente, Coco, Soul, Aladdin y Raya and the Last Dragon entonces no tendremos película y más de uno bostezaría.
Si vamos a quejarnos, entonces señalemos también a Kung Fu Panda, Príncipe de Egipto, Ferngully, Shrek. Es más, cancelemos toda la animación gringa -solo por ser gringa- de los 90 en adelante.
Y ojo, yo no contaría una historia como lo hace Disney, pero tampoco creo que, de querer hacerlo, tendría la capacidad imaginativa para escribir algo así.
P. D.: Al día de hoy, año 2022, tampoco digo que haya que conformarse con la poca rigurosidad narrativa que ha ofrecido Encanto y afines. La diferencia entre las que nombré y esta es que, al final, las primeras son buenas películas que apelan sin compromiso a cada expectador. Encanto parece más un panfleto estético.
-
Últimamente las recetas prescriptivas para escribir que uno consigue en Internet, blogs, etc., me taladran el mal humor, como si retasen a hacer todo lo contrario, a usar todos los adjetivos posibles, todos los adverbios que se me antojen, llenar el texto de subordinadas y darle un espacio más que suficiente a las oraciones pasivas.
Dicho mal humor se incrementó desde la lectura de Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, y El obsceno pájaro de la noche, de José Donoso. La polifonía de ambas obras escapa a esos tips de gurús, que parecen alienar con una soberbia de emperador a cuanto ejercicio narrativo uno quiera llevar a cabo.
Pero el soberbio es uno por querer seguir -y equivocarse- en otra corriente.
-
Uno escribe para que lo rechacen.
-
Repasé Hadas, duendes y encantos de la Sierra Falconiana, de María Elvira Gómez. En una primera lectura me pareció un poco escueto; sin embargo, con pinzas sí que puede sacarse provecho para introducirse al mundo Faërie en Venezuela.
Este país tiene más tradición feérica de lo que nos gustaría admitir. Allí hay otras historias que han sido ensuciadas por lo artificial de este mundo primario lleno de caudillos, golpes de Estado y politiqueros de segunda.
También se ocultan, como toda Hada, ante el prejuicio ¿intelectual? de creer que todo lo mágico es un asunto infantil. Si no sabe qué encontrará detrás de las matas, mejor no las alborote.
-
No todos los elementos deben ser útiles a la trama, digo yo.