Notas sociales #126

M. M. J. Miguel
4 min readJan 21, 2025

A quien corresponda

15/11/2024 al 21/11/2024

«¿Cómo puede uno olvidarse de mirar el cielo, cuando es quizás el único contacto que nos queda con el infinito?».

— Julio Ramón Ribeyro (La tentación del fracaso)

Es que ya no puedo mirar. Tengo el alma fosilizada. Día tras día me arrastro con toda la pena del mundo, con toda la vergüenza de una existencia que se ve a sí misma desganada.

Condenado a no hacerme entender dentro y fuera de la literatura.

Votaciones estudiantiles = bombas lacrimógenas.

Cualquier elección dentro de esta cárcel acontece en los estadios de la violencia y el saboteo manejados por el bando perdedor, que a todas estas tiene el don de la impunidad.

En menos de un año he participado en el lanzamiento de dos libros en dos ferias del libro diferentes — La Feria del Libro del Oeste y la Filuc — . Un recuento vacuo si me preguntan, que no sé qué significará para mi carrera literaria. Más que carrera, mi arrastre literario.

Me disculpo por quienes hayan tenido el desagrado de escuchar mi fingimiento intelectual sobre escribir o publicar en este país. Se me infla la lengua con un poquito de atención.

(Aquí estoy, haciendo gala de mis aciertos como si fuesen retablos curriculares. Recuérdenme no hacerlo más, por favor. Es odioso).

He abusado tanto de mis ratos de ocio que ya no sé qué hacer con esta tesis.

Eduardo Vardheren: «¿Por qué un live action? ¿Por qué ese desprecio hacia la animación?».

Paula: «Ciega de deseo en ambos idiomas».

En el universo de reflejos, el espejo devuelve lo que puede.

Paola: «es que si yo busco cómo joder, encuentro».

Uno de verdad no puede elegir las juntas de sus seres queridos. Aunque vomitivas resulten ciertas relaciones, no queda más que aceptar la elección, necia si me preguntan, de nuestros cercanos.

Esto por lo pronto arranca preguntas. Habrá algo indeterminado, algo escondido, quizá tentador, como la fijación de criar sapos o culebras, de tenerlas en un terrario y admirarlas. Hay gente que colecciona arañas, insectos de toda clase, incluso, contrabandea por el gusto de lo exótico, por la adrenalina que despide lo peligroso. La estima que les tengo me aleja de pensar que desconozcan el hecho de que si alguno de esos animales te pica, te mueres.

Si coloreo la situación así…

Lo que yo daría por una vaina así: el frío de Los Teques como en el 2000.

Algunas perlas de José Balza en su más reciente entrevista para Zenda:

«La literatura es una forma geológica. Es una geología, y por lo tanto está implicada en la presencia de las aguas. Los ríos son siempre la metáfora de la literatura, en el sentido de que las aguas parecen estar inmóviles, pero están fluyendo. Y esos ríos vienen de lo profundo de las tierras. Y a la vez, la tierra tiene componentes imprevisibles, rocas, polvo, arena, tierra… La literatura es un poco así: son capas, puestas unas sobre otras, de forma infinita».

«Esta idea de la naturaleza como barbarie no la acepto. Me parece que la naturaleza tiene sus leyes propias, una civilización particular. Hay que haber nacido allí o ir a entregarse a ella para entender el ritmo de esa naturaleza».

«El ensayo está constreñido a un foco en el cual tú desplazas temas, propones ideas o buscas alguna vía, no como una solución, pero sí como una posibilidad de salvación».

«Para mí lo que existe es la literatura, y ella no tiene ni país ni tiempo».

«La escritura no tiene patria, se mueve por el mundo, gira por el mundo, la selva, los ríos, el mar, las ciudades… Entonces no es tan geográfico el problema de las ciudades y de la escritura, lo es del hombre».

«Para mí lo más importante en una novela es el cuerpo, la composición, lo que llaman a veces estructura. Es un montaje cinematográfico. El desarrollo de la historia exige mucho. Eso no se puede hacer de un mes para otro».

El sitio de estas notas es la red. Parecen resistirse a sus cambios; puede que me engañen y confabulen para mimetizarse entre este desastre digital; quedarse quietas en un camuflaje de ceros, unos, ceros, unos. Hay ruido, mucho ruido, ser el ruido y desechar la banalidad del silencio, estropearse el maquillaje de calma, dar golpes a la mesa y fingir, fingir, fingir.

Toda esta ilusión de referencialidad no tiene recompensa más que el exabrupto de gritar por gritar, escribir por escribir, soñar, no dormir.

El profe Sandoval me ha llamado colega.

A mí.

Sin él, y junto al profe Echeto, yo no habría podido estudiar Letras. Posiblemente, me hubiese pegado un tiro.

Me ha llamado colega.

Y tras de mí se extiende el Abismo, con la responsabilidad de no mirarlo de vuelta.

Publicar los horarios de presentación de las bandas en festivales pequeños me parece un irrespeto para el pobre telonero que probablemente pagará los platos rotos de la flojera del sonidista.

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Written by M. M. J. Miguel

Entusiasta de las artes escritas y sonoras. Recolector nivel experto de rechazos editoriales. Pirata de tierra firme. Letras UCV.

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