Notas sociales #119
16/09/2024 al 22/09/2024
Suzu: «Supongo que lo indeterminado es un riesgo. La vida está llena de indeterminados».
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Mayale sobre sus hipotéticos hijos: «Prefiero que sean socialmente incómodos a que tengan el cerebro aporreado».
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La utopía es un no lugar.
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La utopía no puede ser un lugar construido con sangre.
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La irracionalidad de una utopía se basa en que esta, en el fondo, es una distopía de las más malignas.
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Si toda mi Obra es contra el realismo, debo hacer la acotación de que mi exigencia con el arte viene desde el más genuino respeto hacia la creación imaginativa.
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Nunca comprenderé el llantén que se arma cuando muere un intelectual de izquierda, y menos aún en nuestro contexto inmediato, donde serlo es ser una alcahueta del horror y la miseria. Veo a muchos colegas lagrimeando por alguien que quizás usó todas las vueltas retóricas posibles para justificar la roncha que pasamos.
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No conviertan las facultades de humanidades en torres de marfil, hogar de sofistas engalanados.
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Las citas mal atribuidas a Borges o al Quijote me parecen hilarantes; no por lo que dicen, sino porque su viralidad refleja la búsqueda interna de quien las comparte bajo el desconocimiento.
Otra cosa: la soberbia de pensar que cualquier obviedad rezada bajo el nombre de Cervantes debe estar entonces avalada por la sabiduría.
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«Esto también lo vemos en Borges…» como el comodín de la cuentística hispanoamericana.
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Ojalá tengamos una guerra de silencios en vez de guerras de minitecas.
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Leído de Mario Jurich Durán: «Es inevitable preguntarse: ¿qué busca esta gente en la literatura? Desde sus orígenes, la ficción se ha planteado como una exploración de la psique humana. Quien lee una novela o un cuento sabe de antemano que no va a encontrar una reiteración de lo que se considera bueno y justo, sino un examen de los abismos, las profundidades, lo monstruoso y lo sublime de la condición humana. Por eso, la gran literatura siempre ha estado asociada a la mayoría de edad. Leer ficción exige apartarse de la visión maniquea propia de la infancia y abrirse a una perspectiva más compleja y cambiante de la existencia».
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No tengo problema con mi identidad. Me conozco tanto que a veces añoro hacer algo fuera de mis propias normas con el fin de invocar un escarmiento. A su vez, mi problema siempre ha sido mi lugar en el mundo. Todo lo mío puede reducirse a una crisis de espacio, de hábitat, que va penduleando entre hogares, quehaceres, oficios, amantes y amigos. Cuando creo ver el fin de la búsqueda, algo se agrieta y deshace la ilusión de permanencia.
Y viene el Abismo, que se asume como lo único constante de quién jamás parecerá llegar a puerto.
Ojalá la vida se moviera en los tiempos de la permanencia.
Sé que no.
La vida se mueve en tiempos inciertos.
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La Fantasía es gramática mitológica.
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La mayor cobardía del mundo contemporáneo es huir de la gentileza.
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Cada nuevo escándalo de la farándula confirma que el arte ha sido secuestrado por la maligna banalidad, eso que nosotros como principal cómplice llamamos industria.