Notas sociales #115
24/08/2024 al 29/08/2024
¿Cuánto más puede uno desfigurarse?
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De un meme: «Deberían poner hamacas en la Universidad».
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Todos los días espero algún correo. Alguna carta de amigos lejanos, la aceptación de alguna beca, el visto bueno de un manuscrito, una propuesta de trabajo, rechazos editoriales, comentarios de mi tutora respecto a la tesis, algún libro llegando a buen recaudo en el limbo del sistema postal gringo.
Y nada.
¿Hay lugar en el mundo para los que esperan?
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¿Quién me ha hecho tanto daño?
Sabrá el horizonte.
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Permanecer es desterrar la cobardía.
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Qué difícil es lidiar con mis destierros.
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Paola atendiéndome en una crisis:
«mrk si te dejas de desarrollar te mueres
si te dejas de escribir ya no eksistes».
Durante la misma conversación llegamos a la conclusión de que Andrés Bello tiene cara de que posiblemente te va a raspar en morfosintaxis.
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Tengo la certeza de que mi corte universitaria — si he de pertenecer a alguna — desmitificará la odiosa afirmación de que la Escuela de Letras no enseña a escribir. No lo sé. A mí ha ayudado, y a varios de mis compañeros, entusiastas de la palabra, de las historias. Sí, sí, hacer ensayitos y demostrar que uno medio lee es parte de la carrera; estar atento, mantenerse crítico, son actitudes esperables de un estudiante de literatura.
Pero el escribir… yo los he visto como cada libro les ha despertado un interés genuino hacia la narrativa, y como quien no quiere la cosa, agarran un lápiz y cuentan porque contar se vuelve una necesidad, y esa necesidad en vocación.
Es más que obvio que leer lo lleva a uno a querer escribir. En Letras es lo que hacemos, de eso vivimos. Una cosa lleva a la otra. Hay que darse cuenta. No hay que intentar negarse a ello en nuestro pasillo, como si escribir fuese un oficio menos importante, menos humanístico, que la crítica literaria o el ordenamiento de algún corpus lexicográfico.
¿De qué es tu tesis? De creación.
¿Y la tuya? De creación.
Es lo que escucho. Atrás quedaron, menos mal, esas monografías absurdas, ese receptáculo de citas bibliográficas, ansiolíticos para un jurado. Sí, sí, que todo eso está bien en la Academia, pero sinceramente…
La literatura siempre está mínimo cinco pasos por delante de la teoría literaria, de la filosofía, de las ciencias sociales, la política, del psicoanálisis. La literatura es la racionalidad más humana que hay después de la música, después de la matemática. No concibo un interpretar fenómeno sin la literatura, sin las historias, sin el cuento, sin la novela, sin la poesía. No concibo, siquiera, una amistad que no sea atravesada por el arte de la palabra.
¿Estar en una Escuela de Letras te ayuda, te enseña, a escribir? Sí, si ese es el camino que has escogido. Ni más, ni menos.
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El cacerolazo no es solo el rechazo hacia la dictadura. Es un repudio hacia los empresaurios aliados de estos delincuentes, a los poetas — kike de la calle — del régimen, hacia las bandas, artistas, que se venden por una fama ilusoria. Es contra todo este velo.
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Si hay quien afirma que en la literatura no hay ideas, entonces yo creo que tengo el derecho de decir que faltan lectores animados por las ideas.
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«Si no viene espera
La canción de la luna tiene su tiempo».
— Hanni Ossott
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Paola: «chisme bien escrito siempre es bien recibido».
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Ana: «Hay que perderle el miedo a la incomodidad del viaje».