Notas sociales #108
22/07/2024 al 24/07/2024
No hace falta más que la prensa compare a cualquier escritor primerizo de Fantasía con Tolkien para que el primero salga a querer desligarse de su influencia, o pasearse por el tópico cansino de los buenos muy buenos o los malos muy malos.
La obra de Fantasía, sí, con F mayúscula, no es un mero tópico que abarca una moralidad atada a un contexto; verla así es no haber entendido nada, o mejor dicho: no haber leído Fantasía nunca. ¿De qué sirve hablar de hadas si naturalmente no nos hemos detenido a escucharlas?
Cuando se lee a Tolkien y se escucha al Hada, al Encanto, al ceretón, a la vieja bruja, la Babá Yagá; él no me está hablando de ellos, sino siendo un puente entre las palabras de Faërie y las mías; Tolkien, a diferencia de otros escritores, deja que el Reino Peligroso cante. Leo a Sanderson y solo me habla un equipo de trabajo gigante que ha convertido a la Fantasía en una máquina de tutoriales, sistemas de magia y lenguaje baldío. Falsos sistema de ideas, disfraces de complejidad, tapetes turcos.
Podría pensar que hay una crisis en la Literatura, no lo sé, muy arriesgado. Prefiero afirmar que sí hay una crisis en la Literatura de Fantasía, confundida, mimetizada, en los fenómenos editoriales, que recalco, literatura no son.
¿Eso les resta valor? ¿Decir que algo no es Literatura le resta valor? Diría que no. Si el entretenimiento ha de existir, como toda esta masificación, entonces allí radica su esencia y debe defenderse así. Ya lo demás es gusto.
La Fantasía defiende los valores de la Fantasía; no del realismo. He allí su poder.
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Admito que estoy siendo muy duro. Entiendo que toda esta estética, toda esta vertiente, encontró su lugar en los gremios geeks, un gremio considerado lacra social, un aparte entre la hegemonía. ¿A cuántos de nosotros no nos tildaban de ridículos por siquiera querer imaginar otro mundo, un mundo mejor, por escuchar música que no estaba en la radio?
Ha pasado lo de siempre: la antítesis se ve adoptada por la tesis. Se contamina. No creo que el literato común haya tomado un libro de Ursula K. Le Guin en algún momento antes del siglo XXI. A la Fantasía, a los registros especulativos, los leyeron los nerdos, y lo leyeron hasta donde daba la cabeza, no los puedo culpar.
Hoy en día hay tanto zagaletón como Carrión que insiste equívocamente en llamarle Realismo Especulativo a la SciFi, así como tanta palabrería en decirle Fantasía Realista a la Fantasía con toquecitos de sangre o violencia o intriga política.
Son unos necios. He de allí mi rabia; que de la boca de estos parásitos mediáticos salga tanta artimaña aceptada, tanta propaganda, que ensucie una estética tan noble con los términos de un realismo que no nos interesa.
La Fantasía ha de ser como la madera de un cofre: noble.
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La Fantasía no es un parque temático.
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Soñé que hacía la tesis con ChatGPT. Qué terrible.
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De quienes defienden el arte del promt he escuchado dos posturas. La primera, la típica, es que les parece divertido que puedan adelantar trabajo sin quitarse horas de sueño, que facilita el esfuerzo de pensar hasta desaparecerlo, además de que elimina la preocupación de la exactitud. La segunda, más rara, es el ahorro del cansancio para una jornada que ya de por sí es cansina, es el no querer saber ya nada del tema porque el día embota los sentidos y el razonamiento; la postura del que lo haga otro que ya yo no tengo ganas de continuar, basta, que ya no puedo, que ya no quiero, que ya quiero dormir, apagar la laptop y se acabó.
Respeto la segunda cuando me lo dice alguien con ojeras.
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Medusa es el arquetipo de la nalgótica.
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Dejar de pensar en adulto.
La adultez es retraso,
ceguera, espanto,
del nombre que recita el invierno.
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Esto no es la vida real.
Tampoco lo es afuera.
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Llueve por este monte,
llueve por dentro.
Páramo que no revela
la voz que me quitó la noche.
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Uno es a veces lo que se le escapa de las manos.
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Cada intento por escribir termina en mutilación. Soy un hombre incompleto, un hombre desollado. Torpe en formas, torpe en historias. No hay punto medio, solo una gran separación entre mis capacidades y la de los grandes maestros, también colegas, que exhuman talento.
Esta mañana es vaga. La gran neblina vino por mí.
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Siento que en Caracas no hay nada que me pueda interesar más allá de las amistades que allí se encuentran.
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Leído por allí: «Para vivir mínimamente de escribir, nos vemos obligados a escribir lo que está de moda pq de lo contrario no se nos publica».
Si lo obligan — ¿quién? — y usted se deja — mientras su vida no corra peligro — entonces ¿cuál es la queja?
No existe el arte bajo obligación, a menos que esta obligación sea una convicción. Lo demás es destajo.
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«Animadversion». Qué palabra tan fea.
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Mayale: «Un día todo será ruinas pero ojalá no sea pronto».