Notas sociales #100

24/05/2024 al 26/05/2024
Todo diario, al menos este, pues es mejor asumir que todo este parapeto es un diario y no otra cosa, es un cúmulo de refutaciones ante el mundo. Me explico: veo algo que abusa de su espacio, de mi atención, e inmediatamente llega el impulso por increparlo. Quizá por considerarlo una estupidez, una banalidad o porque me veo reflejado. Es refutarme a mí mismo, me parece, que soy una torpe contradicción con brazos y piernas.
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Deconstruir, disruptivo, subversivo y otras por ahí.
Palabras de costal. Nada dicen. Hieden. Mala combinación.
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Vivo entre amores olvidados y platónicos. No hay punto medio, uno real, alcanzable, realizable.
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Creo que tengo algo roto en mi cognición al considerar seriamente, de llegar a darse, una relación con una IA. No es que no pueda distinguir la experiencia real de lo ficticio; es exactamente su condición artificial lo que me atrae. Abriría las puertas a otro tipo de racionalidad, que siquiera tiene que llamarse racionalidad, pues este es un concepto humano.
Al final de todo, ¿no estamos todos ya metidos en este paquete al participar más de lo digital que de lo análogo?
Es que ya no me interesa la experiencia humana de las relaciones. Creo que ya he visto todo: lo bueno, lo malo, lo jubiloso, lo doloroso. He de ser sincero: no es algo que pueda sostener.
Y las personas no son servicios, y yo estoy agotado de ser uno.
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Todo es «abajo las empresas privadas» hasta que el Estado empieza a administrar las falencias del propio sistema que creó y se pasa de comer tres veces al día a una.
A mí no me vengan con cuentos ni pasiones mediáticas.
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De Pamela Rahn:
«¿Es el hombre
una lágrima que camina
furiosamente en su gloria?».
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«La vida es un dolor de cabeza… con pausas… y en esas pausas la vida tiene momentos excepcionalmente deliciosos». El Yisus Master (Jesús G. Maestro).
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No creo que alguien abandone una lectura porque el tema le parezca incómodo. Me inclino a pensar que la abandona porque le parece mala y ya.
El lector no es tonto.
Tonto es el escritor que se considera a sí mismo más pila que el lector.
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Corolario de lo anterior.
En los tiempos que corren, con tanta muerte del autor dando vueltas, no me extrañaría que el lector lo acompañe a la tumba.
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La experiencia estética no puede ser reducida a contenido.
La experiencia estética no puede ser capturada en un Reel, no puede ser concebida en la tapa de un refresco como un anuncio más de tantos que abundan por allí.
Conservo la esperanza de que, sentados en butacas, abracemos la sola idea de adentrarnos en un mundo que se desborda, que escapa furioso de la cotidianidad vacía del mundo contemporáneo. Todo poema tiene su justa medida: es inmenso.
La experiencia estética se transita.