Notas breves #8
#8
Ahora despierto como una pieza aislada de un rompecabezas al cual no parezco encajar. ¿Adónde me llevas, Destino? ¿Me preparas una fosa común entre aquellos que son olvidados? ¿Me degradas por no pertenecer a la singularidad que me rodea? Dame las respuestas, antes de que cometa la insensatez de pensar por mi cuenta.
Donne escribió que “ningún hombre es una isla” al tiempo en que las campanas doblaban por él, por todos, por algún desgraciado de turno, como si eso fuese un consuelo. Déjame ser una isla, que no puedo escuchar las campanas, sino que las cargo al hombro; me plantan con su peso contra la tierra.
Son estas duermevelas las que me hacen desear un susurro de amanecer que no llegará, pues no hay razón en mí para que emerja algo más que la compasión de quien se sabe seguro en estas placas de contradicciones. En sueños, en aquella otra película de director fracasado, un “yo” que conozco — y a la vez no — ruega por mantener su pecho intacto del miasma del miedo. Está aterrado, el pobre.
Es un sueño, intento convencerme. La realidad objetiva se ríe detrás del escritorio.
