Notas breves #22
#22
De estos días paralíticos nada queda. Se mecen como la vejez en su hora final, momento en que la llaga revienta. Olvidado sea el pasado y el futuro, caras desfiguradas del tiempo; de sus huesos haré una fogata de ascuas gélidas, que penetren la carne de quien en falsa vida busca el calor de los suyos. Amainarán algunas mareas antes de arrasar al faro rutilante, paciencia de zamuro, puerto de filibusteros cansados del infinito.
Allá el horizonte, harto de estar lejos, quiere ser un punto de partida y no de llegada. No vengan a mí, dice, soy la trampa de los ingenuos, de los soñadores y valientes. No hay horizonte para el horizonte, solo caída libre hacia la red atemporal de los pensamientos sin rostros. Atrapada queda la escena en el cuadro. ¿Quién la ha pintado? Un necio que con la palabra se queda sin lengua, logra pureza en la observación multicausal y se hunde en los senderos de la policromía. Mezcla, y la mancha penumbrosa, resultado de la audacia, intenta engullirlo. Es uno con su obra y sus desaciertos.
Los adioses se marchitan, collar de memorias y fábulas.