Notas breves #2
# 2
Pasa la página y encuéntrame. A veces, al igual que tú, extraño al viejo yo que continúa habitando en la maleta de las culpas. Las oigo agitarse — las culpas — como campanitas, pero sé que son cascarones, embriones que esperarán a que el sueño me venza, y en la oscuridad devorar la poca cordura que queda entre mi almohada y yo.
Hoy vi pasar el autobús, o este pasó de mí. Ese autobús no se parecía en nada a nuestros autobuses; no podrían siquiera atravesar la maleza de concreto entre provincia y provincia; se destartalarían a la primera parada, y triste por aquel viajero que fuese a reencontrarse con alguien más allá de la frontera de la ruta desafortunada. Menos mal no era yo.
Me tiene enfermo mi propia nostalgia. Un pie en el ayer y otra zancadilla del hoy. La lengua no termina de desintoxicarse de las palabras que no pudieron decirse. El virus de extrañar, de extrañar con razón, puesto que no hay espacio para la irracionalidad a estas alturas del edificio. Al menos se extraña a quien se lo merece, y esa es la palmadita en la espalda en un mundo de latigazos.
Triste ciudad que no encuentra camino. Ciudad de páginas en blanco. Pasa la página y encuéntrame.