Notas breves #17
#17
El valle de la desesperanza parece la barriga abierta de una serpiente. Ha engullido realidades, siendo la ruina de mis estandartes. El tiempo se despedaza como las volutas de humo que se despiden de mi rostro ya malformado por el arañazo de la vejez. Soy una identidad perdida, la orilla que sucumbe ante la marea alta. Arrástrame hacia el fondo, que el respirar se reserva para quienes no han dejado de ser el foco de aquella mirada de farol.
Dado mi nombre, dada mi alma. Es así como comienza el lento andar hacia la Nada. He estado aquí antes; todo brilla y enceguece, llamas a todo dar hasta que se extinguen por el soplo de un abanico camuflado de cuchillo. La víctima solo puede retorcerse en su propio charco de sombras, que se resquebraja semejante a un espejo caduco. Y sigues caminando; giras como un planeta sin gravedad.
Nunca seré el último de los míos, pues jamás pretendí ser el primero. El limbo se apiada de mis labios; corta la carne y encontrarás un reloj sin manecillas; un reloj que se cree corazón. Esta bolsa de sueños me recuerda que debo coleccionarlos, preservarlos entre el aletear de un colibrí para luego lanzarlos al fuego, en una libación que solo satisface a los dioses de piedra que nada tienen que perder.